¿Perdiste el Rumbo? Recordando por Qué Seguimos Adelante
La vida, ¿verdad? A veces nos encontramos en esos momentos en los que el camino parece desdibujarse, las metas que antes eran claras ahora están cubiertas por una neblina, y de repente, nos preguntamos: “¿Qué estoy haciendo aquí?” O, peor aún: “¿Para qué sigo haciendo esto?” Es una sensación universal, un suspiro silencioso que todos hemos soltado en algún momento, ya sea en nuestra rutina diaria, en un proyecto personal o incluso en nuestro caminar de fe.
No es raro sentirse así. Piensa en un maratonista que, a mitad de la carrera, siente el cansancio en cada músculo y se pregunta si vale la pena dar un paso más. O en el músico que practica horas y horas, pero a veces la inspiración simplemente no llega. Son los momentos en que la perspectiva se pierde y la motivación flaquea. ¿A quién o a qué nos aferramos cuando la corriente nos empuja en una dirección que no queremos?
Precisamente sobre estas preguntas tan humanas y tan profundas reflexionamos la semana pasada, y nuestro amigo David Fuentes nos trajo un mensaje poderoso titulado “¿A Quién Iremos?” Si aún no lo has visto o escuchado, te animo de corazón a que le des una oportunidad. David nos llevó a un pasaje en Juan 6 donde incluso en los tiempos de Jesús, la gente también se sentía así. Muchos lo siguieron por la “comida gratis”, pero cuando la enseñanza se puso “seria” y profunda, cuando Jesús habló de cosas espirituales que les exigían más que solo pan, ¡muchos se dieron la vuelta y se fueron! Es fácil juzgarlos, pero ¿cuántas veces hemos hecho lo mismo en nuestras propias vidas? ¿Cuántas veces nos hemos alejado de algo bueno porque dejó de ser cómodo o porque no cumplió nuestras expectativas inmediatas?
Pero aquí está la buena noticia y la gran verdad que David nos recordaba: la razón por la que seguimos adelante, la respuesta a “¿A quién iremos?”, es que solo en Jesús encontramos palabras de vida eterna. No solo promesas para el futuro, sino un camino, una guía y una fuerza para el hoy. Él no nos promete una vida sin desafíos, pero sí nos asegura que no estamos solos en ellos. Su palabra nos da dirección, su presencia nos da paz, y su amor nos ofrece una nueva oportunidad, una y otra vez, sin importar cuántas veces hayamos “dado la espalda”.
Así que, la próxima vez que te encuentres en esa encrucijada, sintiendo que has perdido el rumbo o la chispa, recuerda el mensaje de “A Quién Iremos”. Recuerda que hay un lugar donde tu alma puede encontrar descanso, donde tus preguntas pueden encontrar respuestas y donde siempre habrá una mano extendida para ayudarte a encontrar el camino de vuelta. ¡No te rindas! Siempre hay una razón para seguir, y esa razón es más grande y más fuerte de lo que imaginas. Te invitamos a sumergirte en este mensaje y permitir que renueve tu esperanza y tu propósito.