La Muerte No Tiene la Última Palabra: Nuestra Esperanza en un Dios de Vivos
Todos, en algún momento, hemos sentido la sombra de la pérdida. Es un dolor que parece universal, una incertidumbre que puede llenar de temor el corazón más valiente. Vivimos en un mundo que gime bajo el peso de la fragilidad, y es natural que nos preguntemos: ¿es este el final? ¿El dolor y la separación tienen la última palabra? Cuando vemos la forma en que nuestra cultura intenta manejar la muerte, a veces ignorándola y otras veces con celebraciones que se sienten vacías, nuestro espíritu anhela algo más.
Como creyentes, no estamos llamados a negar la realidad del dolor, pero sí a redefinir nuestro destino. La Palabra de Dios es radicalmente honesta: no trata a la muerte como una amiga. La llama por su nombre: un “enemigo” (1 Corintios 15:26). Es un intruso en la buena creación de Dios, la consecuencia de un mundo quebrantado. Pero la noticia más gloriosa del evangelio no es solo que la muerte es un enemigo, sino que es un enemigo vencido.
Esta es la verdad que exploramos juntos esta semana: no servimos a un Dios de tumbas frías y finales tristes; servimos a un Dios de Vivos. Esta declaración, que Jesús mismo usó, lo cambia todo. Significa que nuestra esperanza no está anclada en las cosas temporales que vemos desvanecerse, sino en una realidad eterna que ya ha sido asegurada para nosotros. Nuestra vida no termina en un punto final, sino que se transforma en una vida sin fin en la presencia de Aquel que nos creó.
¿Y cómo es esa esperanza? Es más gloriosa de lo que podemos imaginar. Es la promesa que encontramos en Isaías 25, donde el Señor mismo prepara un banquete para nosotros y “devorará a la muerte para siempre”. Es la imagen tierna y poderosa de Apocalipsis 21, donde Dios habitará con nosotros y “enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte ni llanto, ni lamento ni dolor”. Esta no es una fantasía poética; es el destino comprado con sangre hacia el que caminamos por fe.
Esta semana, te invitamos a sumergirte en esta esperanza que transforma la vida. Acompáñanos a reflexionar en el mensaje “Dios de Vivos”, compartido por nuestro director, Eduardo Flores. Si tu corazón ha sentido el peso del temor o el aguijón de la pérdida, ven y deja que tu espíritu sea renovado. Descubramos juntos cómo vivir con valentía y gozo, sabiendo que nuestro Dios vive, y porque Él vive, nosotros también viviremos.