¿A Quién Iremos?

En el ajetreo de la vida, todos llegamos a encrucijadas; momentos donde la dirección parece incierta o donde la tentación de “tirar la toalla” se hace presente. Es natural que, al igual que los discípulos en la antigüedad, nos preguntemos: ¿A dónde más podemos ir cuando las circunstancias nos confunden o la enseñanza se vuelve difícil? Esta semana, te invitamos a encontrar un ancla y una respuesta clara a esa pregunta con el mensaje transformador ¿A Quién Iremos?

Nuestro amigo, David Fuentes, nos guía a través de un pasaje crucial en el Evangelio de Juan (capítulo 6), donde las multitudes, atraídas por la satisfacción material, deciden darle la espalda a Jesús cuando su mensaje se centra en lo espiritual. David nos muestra que, en la vida cristiana, también enfrentamos momentos donde las expectativas se desvanecen. Sin embargo, este mensaje nos recuerda que el fundamento de nuestra fe es innegociable y poderoso: Solo Tú Jesús (Hechos 4:12). No hay otra filosofía, camino o lugar que pueda ofrecerte la salvación y la plenitud que Él ya te ha entregado.

El corazón de esta reflexión es que Jesús tiene palabras de vida eterna. No hablamos solo de una promesa futura, sino de una vida enriquecida desde hoy (Juan 14:25). Al sumergirnos en Su Palabra, como en las poderosas enseñanzas del Sermón del Monte (Mateo 5, 6 y 7), encontramos dirección práctica para manejar la amargura, hacer a un lado la preocupación y perseverar en la oración. El mensaje nos impulsa a preguntarnos: ¿Qué es lo que hemos creído firmemente hoy? Porque nuestra fe, nuestra creencia inquebrantable en que las promesas de Dios son para nosotros, es lo único que nos sostiene durante cualquier crisis de salud, pérdida o economía (Hebreos 11:6).

Finalmente, si alguna vez has sentido que le has “dado la espalda” al Señor, esta es tu invitación a la esperanza. David nos recuerda el hermoso momento de restitución de Pedro, que a pesar de haber negado a Jesús y haber regresado a la vida de la pesca, recibe una nueva oportunidad (Juan 21:3-9). Dios no solo perdona, sino que nos restaura por completo y nos comisiona a un nuevo propósito y ministerio. Te animamos a escuchar o ver este mensaje, a abrir tu corazón y a reconocer al Señor una vez más en tu barca. ¡Sabemos que Dios tiene una palabra de vida y propósito específica para ti!